Abstinencia,
oración, recogimiento… y los bocados más dulces. La Cuaresma se ha
convertido en un periodo en el que la repostería alcanza su punto álgido
entorno a unos dulces sabrosísimos que se han sumado a la tradición
pascual.
Nuestras diez propuestas
Pestiños bañados en mielTorrijas de vino
Torrijas de Casa Alta
Bartolillos de crema
Buñuelos con chocolate
Churros
Torrija con helado de café
Leche frita
Torrijas de leche con frutos del bosque
Pestiños casero de Casa Alta
Desde el miércoles de ceniza hasta el Domingo de Resurrección los
recetarios dan una vuelta para volver a un capítulo único tanto por su
historia como por su sabor: la gastronomía de Cuaresma. Unos platos que,
aunque su orígenes haya que buscarlos siglos atrás, allá por la Edad
Media, hoy son bocados exquisitos indispensables para todo tipo de
paladares: potajes sin carne, pescados blancos y verduras como las
espinacas se reparten entre las distintas comidas del día relegando a un
segundo plano a alimentos que, durante todo el año, gozan de una
popularidad única como las carnes y los embutidos.
No obstante las legumbres, las verduras y los pescados no son los únicos
que gozan de privilegios culinarios durante estos 40 días. Los dulces
compiten en popularidad con ellos. Pero no unos dulces cualesquiera,
sino un conjunto de productos reposteros que muchos se llevan esperando
casi 12 meses. Y es que, aunque puedan disfrutarse durante todo el año,
estos pasteles alcanzan su culmen en las semanas previas a la Semana
Santa.
Torrijas, buñuelos, pestiños… Aunque variados, comparten todos ellos
algunos elementos fruto de la unión entre las tradiciones culinarias
árabes y cristianas: el uso de la fritura, de la miel, el azúcar, la
leche, el vino y la harina o el pan. Suponían en su origen bocados
energéticos para suplir el ayuno de determinados productos y aportar
fuerzas a los organismos. Asimismo eran elaborados con productos
asequibles para la mayoría de la población: podía usarse pan duro, vino
aguado y leche… ingredientes fáciles de encontrar en las despensas de
los hogares más humildes.
Los más populares: las torrijas
En el sur del país, en ciudades como Sevilla, el dulce típico por
antonomasia en estas fechas es la torrija. Elaboradas con leche o con
vino como estas hechas con vino tinto o estas otras con una mezcla de vino dulce y vino blanco suponen el más popular de los postres de esta época.
Además, pueden especiarse con diversos aromas como canela, naranja o vainilla, y se prestan a variaciones como éstas elaboradas con una crema de ron que podemos acompañar con helado o una crema fría.
Aunque se trata de otra preparación, la leche frita es otro de los postres típicos de la Cuaresma. De similar preparación son estas torrijas de leche que completamos con unos ricos frutos del bosque.
Dulces fritos
La fritura es la técnica empleada en la mayoría de dulces cuaresmales. Así, por ejemplo, los pestiños bañados en miel o estos que preparan los expertos cocineros de Casa Alta, Javi y Lucas, que retoman las recetas de antaño para dar origen a bocados únicos.
En zonas del centro del país, los bartolillos de crema
gozan de una gran popularidad durante la pascua. Asimismo, los buñuelos
también son habituales durante estas semanas. Pueden elaborarse
variaciones exquisitas de estas recetas tradicionales como la que
propone el conocido repostero Manu Jara, quien elabora unos buñuelos con chocolate y castañas.
Y en todo el país no pueden faltar estos días los afamados churros, de papa o de rueda son un bocado que ningún goloso quiere perderse.
Eso sí, todos estos dulces han de tomarse con moderación ya que aportan abundantes calorías grasas y azúcares al organismo.
Fuente: http://www.pasionensevilla.tv/
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